Ayer te conté un esquema que utilizo para etiquetar (en plan muy feo) a mis clientes, para decidir si los ayudo a mejorar, o si los echo de mi servicio.
Alguno que no me conozca pensará que esto último es un farol.
Los que hayan trabajado conmigo, especialmente quienes hayan sido miembros del glorioso Masteryweeks, saben que es 0% invent, 100% lo que ha pasado.
No quiero entrar a contar ejecutados ahora porque parecerá que presumo.
Pero en un período de un año me he cargado unos cuantos clientes.
Más de 20, menos de 40.
El proceso que sigo para hacerlo es sencillo:
Les escribo en privado y les cuento mi decisión.
Les explico qué crédito de horas, sesiones, meses… tienen pendiente por consumir; bien detallado, con fechas e hitos importantes.
Les aviso de que ya he hecho la devolución de su dinero (lo no consumido) y que les llegará en unos 5 días a través de Stripe.
Y les cierro el acceso/borro resto de reuniones/lo que corresponda.
Imagínate si esto era recurrente hace unos meses, que tengo una plantilla que copypasteo para ahorrar tiempo.
Cambio nombres, hechos, y alguna cosa más…
Y pa’fuera.
¿Por qué te cuento todo esto?
En primer lugar, porque no tengo ni idea sobre qué escribir hoy, y me dio por hacerme er shulo contándote que soy un Punisher.
Segundo, porque, como tú también tienes clientes, quiero advertirte sobre este tema para que pongas medidas.
Tener clientes puede ser una bendición, o una maldición.
Muchos de los míos me piden que les ayude a lidiar con alguno complicado de ellos.
No para que vaya yo y los eche.
Sino para que les de consejos sobre cómo gestionar la relación.
O que les ayude a decidir si se lo tienen que pasar por la piedra, o si tienen que darles una vida extra, y seguir perdiendo ellos (mis clientes) una parte de la suya.
Mi respuesta es siempre la misma:
“Haz y di lo que sea verdad para ti”
¿El tío es un capullo insoportable que solo pide más atención porque en su casa no le hacen caso y lo paga contigo?
Haz lo que te gustaría hacer si no tuvieras miedo.
Si no existieran las repercusiones.
¿Que tienes un servicio en grupo, y a dos de ellos ya no puedes ni verlos por las liadas que han montado allí en medio, afectando a todo el mundo?
Lo mismo.
Lo de que “el cliente siempre tiene razón” es la típica mierda que le obliga creer un mal mando intermedio a sus subordinados para dejarlos mansitos y que en la foto salgan bien peinados.
Para que no la líe ninguno.
Por no perder su posición, ni su empleo.
Un mantra nacido del miedo.
Pero los que tenemos negocios y lidiamos de verdad con la gente, sabemos que el cliente no solo es que no tenga razón, sino que la mayoría de veces se equivoca.
Algunos menos.
Otros más.
Estos últimos son los que tienes que echar de tu casa.
Podría ponerte una lista de red flags para que los “detectes”, pero mejor te regalo un método de clasificación binario (sí/no) que te vendrá mejor porque así no se te olvida.
Cuando tengas a un cliente delante, pregúntate esto:
“¿Quiero trabajar con este tío?”
Si la respuesta es sí, trabaja.
Si la respuesta es no, no lo hagas.
Yatá.
Lo que le devuelves te lo ahorras en terapia y alcohol.
Por eso siempre es bueno que tengas X dinero guardado para estas cosas, porque así ninguno de ellos puede tomarte como rehén, y joderte la vida a voluntad.
Pero eso es el tema de otro correo.
Por hoy está bien con este.
Excelente. Lo primero que hago cuando ingreso al CRM de un cliente es hacer limpieza. Preparo la despedida en secuencia y al final programo el "hasta la vista, baby"
Muy bueno, David!! A veces tener clientes de más… resta!